miércoles, 23 de agosto de 2017
A no ser libre
Miedo.
Miedo a vivir con miedo, a no vivir, a vivir demasiado y no disfrutarlo, a vivir demasiado poco. Miedo a equivocarme, a tener que buscar soluciones, a no encontrarlas, a que no existan, a que existan y no quererlas.
A quererte a ti.
Miedo a quererte y no poder hacerlo, a que no me quieras, a que me quieras demasiado, o no lo suficiente, a quererme más a mí que a ti, a no quererme nada, a querer a otra persona o no querer nunca a nadie. A nadie más. A no ser nadie. Miedo a no ser, o serlo todo, a tener que ser, aunque no quiera ser y el mundo se esfuerce en que hay que serlo. Miedo al mundo. Un mundo inhumano, loco y demasiado cuerdo. A un mundo sin amor, sin empatía, sin hueco en los bolsillos y con el corazón vacío. Miedo a no tener, no encajar, no poder hacer, no poder poder, no creer, no soñar, no sentir, no sufrir, no arriesgar, no disfrutar, no desaparecer, no dejarse llevar... Miedo a no ser libre, a no decidir, no importar, no ser suficiente, no ser escuchada, valorada, no estar a la altura, miedo a caer al vacío. A estar vacío. Miedo a buscar de cama en cama. De rama en rama. De vacío en vacío. De pensamiento en pensamiento. Miedo a pensar demasiado. Y a no pensar. Y a recordar y no tener recuerdos. A que te conviertas en eso, en recuerdo. A que me arrebaten la vida, o las vidas, o tu vida. A no poder despedirme. A las despedidas. A los últimos besos, sobre todo los presos, los que necesitan salir pero están condenados a estar encerrados cumpliendo una condena impuesta siendo inocentes. Miedo al adios. Al hasta luego. Al lo vamos hablando. A las relaciones falsas, por conveniencia y con competencia.
Miedo a todo y a nada.
A mí.
A ti.
A ellos. Sobre todo a ellos.
Y a no encontrarme.
Contigo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario